jueves, 28 de enero de 2010

UN POEMA INÉDITO DE VIKTOR GOMEZ

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la poesía se ríe de la demasiada
cantidad de juego acumulado
con palabras, no con ella
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Eduardo Milan, Evacuación del sentido
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estábamos en la cercanía
carcasas llenas de luz
súbitas
subieron
por encima de los tejados
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dijiste es la hora de mirar adentro
y con la flor en la mano
rodeaste mi sombra y ya no perdí
peso.
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y ya no perdí peso, prensar al desconcierto
la ígnea ropa del querer,
tendida la ropa de diario,
espolsada la suciedad y el miedo,
tú,
acorde que acordes mueve
susurrabas
el cantar de las ninguneadas ninfas de Judea
mientras los amontonados huesos
se iban hundiendo en el barro
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tú eres así,
me traes de aquí a ellos, me enfrentas al olvido
y sanas la pus
con un bálsamo de ira y calma
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el cielo está en su fiesta de fuegos y luces
son de paz
aunque me reste en la piel erizada
una memoria doliente de bombardeos
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tráeme tu dolor, erizo, deja las púas quebradas
en mi mano
te doy mi boca escupiendo púas sin filo
y qué ardua y qué amable
vendas cada palabra mancillada
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es
un escaparate
donde los villanos son duques de la utopía,
siervos de los ciegos y las gacelas
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no tuve hijos, todos sois la no extranjera vida nuestra
se apaga
el cielo ya queda entre humo y oscura madrugada
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ríen abajo los minero y arriba ríen los cristaleros y las buhardillas
emanan humo y risas
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¿quebradas sílabas, que balbucir casi ni puedo...?
esta confusión se ahoga con un beso
tu-yo
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es posible otra poesía, a ver si sabes como la encontramos...
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Víktor Gómez
(Perfeccione lo inútil a lo inútil, enero 2010)

jueves, 21 de enero de 2010

JESUS GE Y LA POESIA FONÉTICA: RITATÓ RITATÓ RITATÍ RITATÓ





Poema fonético de Jesús GE, recitado en el Cangrejo Pistolero (Sevilla), este mes de enero de 2010.


El blog cultural de Jesús GE es EL GRITO CAPICUA

miércoles, 13 de enero de 2010


AFGANISTÁN

*
No fue casualidad la que movió al viajero
a recorrer las rutas de la seda
y a atravesar sus valles, sus montañas y estepas,
caminos polvorientos y altos desfiladeros,
dormitando despierto a la intemperie
o en cuevas extraviadas
huyendo del envite de la muerte.

Son harto conocidas las razones.

Alejandro también surcó estas tierras
al frente de sus tropas
resuelto a la conquista
de este mundo oriental y abandonado
siempre por sus dioses.
Y quizás aún perduren
las antiguas recetas de olvidados doctores
o acaso las doctrinas del viejo Zoroastro,
tal vez en lo profundo del desierto,
en las salas ocultas de templos enterrados
o en las sombras disueltas por el viento.
O en los altos lugares de Ghorid,
en la “terra incognita”
que esconde la metrópoli,
la perdida Firozkuh de la Montaña Púrpura
que ya nadie conoce.

Y es que hoy igual que ayer,
algo han venido a hacer estos viajeros,
se nota en sus miradas.
Cuesta reconocerlo pero es cierto:
No cumplen los acuerdos,
ostentan sus costumbres,
se adueñan de las gentes
desperdigando miedo y destrucción.
La guerra y sus tormentas algo han roto,
desorientado pueblos
que han dejado su huella por todos los paisajes
de esta tierra arrasada
que un día fue llamada Yaghistán,
de esta tierra rebelde de espíritu insumiso,
de nuevo sorprendida
por el dolor sin tregua
que propagó su llanto milenario.

El enemigo es fuerte,
desprecia las heridas de los pueblos vencidos
y odia su lengua bárbara
“la lengua que ha de hablarse en los infiernos”
pensaron,
aunque en ella escribieran
para expresar su amor y sus poemas.

Nuristanís, hazaras, tayikos, turcomanos,
uzbekos o pashtunes,
todos son denostados
por fríos generales
nativos o foráneos que trazan
los designios de un orden superior.

Cruel ha sido la historia
mas cierto es su decurso desgraciado.
El humo casi roza los límites del cielo,
los condenados viven mirando hacia lo alto,
las calles se desprenden de perfumes y hedores,
del odio y la metralla cotidianos.

Mas algo hay más allá,
provincias fronterizas pobladas
por idólatras de dioses ignorados,
altivos descendientes de antiguos invasores,
erosionadas ruinas,
lejanas cordilleras de insólita belleza,
caminos ancestrales de más nobles viajeros,
la paz de atardeceres sin memoria,
la neblina imposible que envuelve las llanuras
vibrando en solitario despertar.

Y no este tenso ambiente,
esta amarga mirada del soldado
que apunta con su rifle
mientras grita su miedo
en una sucia calle de Kabul
de noche ante las puertas del infierno.




Julián Borao


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Blog de Julián Borao

Cuestión de suerte