miércoles, 13 de abril de 2011

LAS DOS CARAS DE LA FRONTERA




LAS DOS CARAS DE LA FRONTERA

Una reflexión

El ser es un ser fronterizo.
Eugenio Trías.
Sociólogo.

Los Estados tienen una característica esencial: la soberanía, esto es, la facultad de implantar y ejercer su autoridad de la manera que lo crean conveniente. Para que el ejercicio de la soberanía por parte de los Estados no perjudique a otras naciones, se crean límites definidos en porciones de tierra, agua y aire. En el punto preciso y exacto en que estos límites llegan a su fin es cuando se habla de fronteras. El espacio llamado frontera, ha sido delimitado históricamente por el hombre durante las conquistas geopolíticas a través de siglos. Área que guarda diferencias de diversas características, particularidades que separan o acercan a la humanidad, dependiendo de qué lado de la frontera se vea el horizonte. Diversas connotaciones tiene la frontera, ella nos habla según se le cuestione. Mí espacio y el espacio del otro, es esa pertenencia abstracta cuya normatividad la guardan celosamente las naciones, lugar donde aparentemente cabe el universo de todos. Las fronteras se estiran, encoge, aparecen y desaparecen son absolutamente arbitrarias y la filosofía acerca del deber ser de cada lado de ellas, es legislada, valorada y vivida cotidianamente por la sociedad que las delimita, contempla y hereda dichos conceptos a sus descendientes. La frontera también guarda como en una caja de Pandora, los parámetros con que se define el paradigma de dicho concepto. El ir y venir de la humanidad trashumante, gregaria y nómada la que recorrió la geografía de nuestro planeta, es aún hoy ese espacio y campo de batalla de infernales enfrentamientos entre seres humanos. La frontera que nos margina desde un comienzo, es la que llevamos interiormente como individuos y se manifiesta al extremo de considerar posibles enemigos a los posibles amigos, frontera que nos limita para el simple hecho de darnos la mano, así de simple y así de enormes veo sus murallas hoy tangibles en muchos territorios… Las tres condiciones para tener una nacionalidad es decir para la pertenencia a una nación como individuo, son como sabemos: Un territorio, una población y un gobierno. La única frontera que deseo derribar, es la que se crea de manera sistemática en nombre del dolor y el ultraje enarbolándose la bandera del odio recrudeciendo su rigidez y su doble moral bajo aparentes paradigmas que no funcionan en la práctica de su ejercicio, así, valores como la pertenencia, la libertad y el honor entre otros, son violentados por los mismos individuos que los ponen en práctica resguardando su frontera… y se cometen injusticias. Los problemas de frontera son múltiples, el cómo las cruzamos es uno de los puntos focales que han generando desacuerdos entre naciones, se han vuelto como la hidra de muchas cabezas. La discriminación de hombre por el hombre mismo a todos los niveles, desde las diferencias en la sociedad de raza, credo, lugar de origen o sexo llegando a la arbitrariedad de crear generaciones que ejercitan la discriminación en contra de los que viven del otro lado de la frontera a través del dominio del territorio bajo la aparente "ética política". Siniestra lucha en donde el capital invertido en armas y todo tipo de instrumentos bélicos sigue siendo un negocio muy lucrativo de la mano de la ley del más fuerte y corrupto.

Recordemos la intervención de Alemania versus el pueblo Judío o Rusia versus Polonia, hoy manifiesto desde espacios en el planeta como Israel versus Gaza, China versus El Tíbet, Estados Unidos versus México, Libia versus sus propios ciudadanos que están en desacuerdo con el gobierno... solo por mencionar algunos ejemplos. Los grandes organismos como la Organización de las Naciones Unidas y las instituciones que rigen la vida en sociedad como el estado, la familia, la religión, la educación, la economía, y el deporte, concilien la expresión de su sistema de valores para resguardar el derecho entre naciones, manifiesten su poder y colaboren conjuntamente para enfrentar a enemigos tan poderosos como el deseo por imponer "paradigmas mesiánicos" que tienen como fondo el dominio, por ejemplo, los de la riqueza de los recursos naturales de una nación. Las limitaciones entre nosotros (en cuanto al racismo) y manifiesto entre hermanos que comparten una raíz en todos los aspectos, puede combatirse con una de las armas más poderosas con que somos capaces de hacerlo; los acuerdos mínimos, es decir respetar las diferencias y particularidades de cada cual mediante el diálogo y la comunicación, detrás de cada una de las dos caras de la frontera.


Leticia Garriga. La Paz, BCS. México.

3 comentarios:

Leticia dijo...

Amigos, posibles lectores. Sé que el texto es largo, no es lo esperado... pero el mancillar las fronteras de uno u otro lado se ha vuelto un ejercicio de poder. La humanidad es literalmente despedazada en los enfrentamientos por dominar el espacio. Disculpen que me haya extendido. Un saludo

Anónimo dijo...

Leticia, agradezco tu reflexión y artículo, he creído oportuno traer a colación una serie de citas de Eugenio Trías de su obra “Ética y condición humana”

Cuando hace referencia en “Somos los límites del mundo”, “El lugar del hombre es la frontera”
[…]
Expresión lingüística de la razón fronteriza es su uso práctico:
“Obra de tal manera que la máxima que determina tu conducta y tu acción, se ajuste a tu propia condición de habitante de la frontera”
[…]
El fronterizo tiene la sabiduría de la inteligencia prudencial
[…]
Pero sólo el que responda afirmativamente al imperativo ético puede alcanzar la buena vida (Eudaimonía) y, por tanto, la condición de fronterizo que hace la frontera habitable como ciudad de los hombres.


En tu reflexión, cuando dices:
“…La frontera que nos margina desde un comienzo, es la que llevamos interiormente como individuos y se manifiesta al extremo de considerar posibles enemigos a los posibles amigos”

Pone de relieve que es nuestra propia soberanía como individuos, que nuestra acción haya de corresponderse con el nivel de exigencia que yo planteo a los demás: Gobiernos, instituciones, colectivos, amigos…
Entiendo, como dice Trías, que somos los límites del mundo, no somos derivados lógicos de fórmulas kantianas, somos algo más complejos.
Se hace acuciante sobre todo cuando se trata de defendernos de los que vienen de afuera, de preservar un puesto de trabajo, de situaciones las más de la veces extremas que impiden, precisamente saber conciliar acciones.

Muy a tener en cuenta las dos caras de la frontera; la que garantiza y vela intereses creados y la que nosotros ponemos o añadimos, nos amparamos o justificamos.
Cuando dices educación, aquello que heredamos, pareces dar en las claves de ese porvenir para futuras generaciones. Pienso en ese concepto de aldea global, de acceso a las comunicaciones, esfuerzo conjunto.

Hemos de seguir promoviendo ese gesto, precisamente por acercar culturas, unas con otras. Lo que no sea capaz de gestionar los gobiernos solo nos queda a nosotros, y, es esta pequeña infraestructura, la que pueda surgir de nuestro interior la que procura esos mínimos cambios.

No es fácil, no. Es esta una reflexión para, precisamente, este tiempo necesario.

Un abrazo grande

Leticia dijo...

Gracias Miguel por tu s aclaraciones y reflexiones oportunas, en las que estamos de acuerdo. Mi admiración y amistad hoy y siempre para ti, un
hombre-escritor y filósofo de nuestro tiempo. Va hasta tu lar mi abrazo transocéanico sin fronteras.