miércoles, 23 de septiembre de 2009

SÍNDROME DE ULISES

*
Vagaba en el exilio
vacío, sin amigos, sin dinero

con látigos de frío en la distancia.

Los huecos de sus manos
arrojaban lo oscuro a otros espacios
de huída entre las sombras.

Evasión de su voz cautiva en hierro
con el temor al mundo darwinista.

Un encuentro de soles
con miradas de pájaros erráticos,

sincronía con otro ser humano.


Ana Muela Sopeña

7 comentarios:

María Socorro Luis dijo...

Un placer encontrarte aquí, con uno de tus bellos poemas.

Saludos para ti y para Miguel. Soco

Ana Muela Sopeña dijo...

Gracias, Soco, por pasar y dejar tu generosa huella.

Un abrazo desde la poesía
Ana

Anónimo dijo...

Gracias María por pasarte y tu saludo

Un besote

Anónimo dijo...

“...Por el lenguaje nunca serán los hombres
se pierden los hombre en una desnudez precipitada
exhalan al unísono un solo cristo de desbaste,
luciérnaga errabunda.
Y es sin embargo lo quieren; al hombre,
salvajemente estructural y lo amordazan.
Cristónomos,
cartón sobre cartón,
piedra sobre piedra.
En qué momento de su finitud ha de dejarse ver”.




Gracias Ana por este poema, su dejarse ver esta, bajo mi punto de vista en la sincronía de aquel que lo reclama y consigue hacerlo extender desde sí mismo a los demás. Más que un logro sería un intercambio. ¿Es la danza una expresión? O los cuerpos colaboran a modo de punto de anclaje; bajo un necesario estado, mínimo de economía de sus recursos.

Tal vez por aquello de que una vez citara a la esperanza como algo llanamente, meramente solo para el cuerpo.


Y caramba que ya te tenía yo, unas ganas
Ana un besote de los grandes

Ana Muela Sopeña dijo...

Mil gracias, Miguel, por tu generoso y sustancioso comentario.

Son los hombres ajenos a sí mismos. Se sienten extraños a pesar de entremezclarse unos con otros y el síndrome de ulises (depresión del extranjero fuera de su tierra) es especialmente delicado. A veces uno puede sentirse extranjero incluso en su propia tierra y padecer esa sensación de exilio, desarraigo, escisión, marginación.

Siempre es un placer leer tus maravillosos comentarios, Miguel, amigo de la palabra, el diálogo y la comunicación.

Un besote, amigo
Ana

Víktor Gómez Valentinos dijo...

Impronta a la lectura

Ana:

cada vagabundo es el yo que no conocimos, cada desolación una memoria borrada en la blanca luz
de los días irretornables,
el frío fustiga amapolas,
las arranca del suelo y las estrella
contra los muros del desprecio,
trazan las manos con su desnudez
y su temblor caligrafias del espanto,
vivir es buscar y reordenar,
nombrar y resaltar lo innombrable,
besar al pájaro entre espinos
y darle refugio a la cigüeña,
todavía tú con tú no se ven
porque esta noche del mundo
ha cerrado sobre nosotros
un Síndrome de Ulises,
un castigo sin causa.

Tu Víktor

Ana Muela Sopeña dijo...

Víktor, gracias por tu generosa impronta que constituye un poema en sí mismo. Sí, estamos castigados a ser extraños unos de otros o unos con otros, quizás por esa lucha darwinista que se nos impone desde que comenzamos la socialización, ya en la escuela. A veces me pregunto si existen modos de cambiar la situación. Sí, existen algunos sistemas de cambio. La reflexión, la poesía, la conciencia de solidaridad. Porque el otro soy yo mismo reflejado en el espejo del mundo...

Es siempre un placer leer tus reflexiones, Víktor.

Un abrazo fuerte
Ana